martes, 29 de noviembre de 2011

...déjame perderme entre la bruma de tus ojos, sumergiéndome en tus lágrimas, aprendiendo a reir con el eco de tus palabras, déjame quedarme a dormir esta noche a tu lado...
Anoche no conguí leer tu mirada, y al amanecer ahogué mis sentimientos en el fonde de una botella, pero aún así sigo saboreando la dulce miel de tus labios.

Desear coger mis alas y volar, zambullirme en las nubes empapándome las mejillas con la frescura de la mañana, escapar de un tic tac que retumba dentro de mí, hacer girar veletas que encarcelan mi sonrisa. Es sencillo ayudarme: toma el hierro y corta el viento con tu corcel, sortea montañas, mójate en los rios de la vida, gánale el pulso al sol y déjate acunar por la luna. En la senda te toparás con la oscuridad en forma de dragón que intentará absorber hasta el último de tus alientos, no temas mi salvadora, pues el miedo es el don de los sabios que se prepararan ante su adversario para no dejar de sonar el cantar de su armadura. Recuerda que no luchas sola: "y tus ejercitos serán las rocas y los pájaros del cielo". Cierra los ojos y dejándote llevar por los rujidos de un mar encabrotado y mengua las llamas de la oscuridad sin dejarte invador por la alegria, nunca se sabe cuando despertarán los murciélagos después de que el sol exale su último suspiro.

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