lunes, 17 de junio de 2013

De vuelta de Dublín

Con los ojos impregnados de una bruma que tiñe mi nuevo mundo retorno al refugio que ahora alimenta mis dias. Embriagado por un sentimiento que no existe, que ha tornado a tranquilidad y paz para volver a dejar al feliz y sonriente que un día conocí. Rodeado de un color verde ocre siento que no pertenezco a ningun lugar y me parece hermoso sentirme que soy de todos. Aprender de los demás, de nuestros vecinos a quienes llámamos extraños, alimenta mis días. Jugando sin entender y sonriendo al comprenderte.
Hay quienes son capaces de dejar a otros sin respiración, hay quienes podrían acariciar tu cuerpo horas y tener la misma sensación pasados los años, otros solo desean verte sonreir, muy pocos aman en vez de ser amados, muchos besan con los ojos cerrados, hay quienes se desnudan antes de quitarse la ropa...yo invento cuentos, mi nueva afición, ante la atenta mirada de alguien que todavía no conozco, quizás algún día los comparto contigo. Es bonito seguir descubriendo a pesar de que pase el tiempo nuevas habilidades, pero aún lo es más compartirlo sin quererlo.
Retorno de otro día lluvioso tras un caluroso reencuentro que tras años parecía olvidado. Confiar en la amistad que perdura sin contacto porque a veces unos ojos como los tuyos no se borran fácilmente.

sábado, 8 de junio de 2013

Una mañana de domingo

Y comencé a escribir pronto, con la primera luz del día. Un poco más abajo el reflejo de unas gafas de sol llamaron mi atención. Y mientras levantaba la mirada de la libreta sacó su camel y encendió un cigarro. Sentada en una toalla cuyos colores mi vista no alcanzaba a ver, ella aspiraba el humo mientras perfeccionaba sus uñas pensando en por qué a veces la vida te hace sentir tan insignificante. Un par de estornudos de un anciano cuyo periodico se acercaba cada vez más a sus lentes. Corbado y solo, con sus pensamientos absortos en las tristes noticias del mundo.
Ahora tumbada en la toalla apuraba los tres o cuatro rayos de sol que se dejaban entrever por las nubes. El pelo largo y negro echo un ovillo en forma de almohada protegía un cuello que, alejados de ser realistas, parece suave. Cuando parece que el sol enmudece puedo ver que su toalla es azul puesto que recoge sus enseres y se va, quizaás por el mismo camino por el que vino. El viejo sigue ahí solo y ensimismado en sus pensamientos, y no parece darse cuenta de que ya solo quedamos el y yo.
Una mañana de domingo.

domingo, 2 de junio de 2013

recuerdos de portugal

Es curioso la cantidad de paralelismos que encuentro con Portugal. Aquí en Cork, como en Covilha, emprendo una aventura unos dias antes para situarme, para adaptarme a estos nuevos cambios en mi mente, en mi futuro. Mochila en mano inspecciono los rincones que las luces del dia me dejan mientras voy ordenando mis pensamientos, ahora en un inglés primitivo. Mi pequeño refugio que me resguarda del frio nocturno se encuentra en la cima de la ciudad que tras una cuesta mortal puedo admirar todas las vistas que me propone la ciudad. El cielo oculto por una capa de nubes que templan el clima. Es bello comtemplar todo esto con un poco de soledad que me ayuda más a estar conmigo mismo. Ante el aluvión de peticiones por saber como son mis dias voy a intentar dibujarlos en tu mente como de un ciego fueras.

Amanezco temprano y tras un fuerte desayuno cargado de energias positivas emprendo mi pequeño viaje por la ciudad. Con la brisa de la mañana y sentado en un parque lleno de perros y al sonido de un puñado de cuervos disfruto un cigarro, puede que haya encontrado un sitio para mi, mi sitio. Casas bajas coloreadas de mil tonalidades y amontonadas en las pendientes protegen a una iglesia con su campanario que nunca deja de sonar. Techos color pizarra forman un manto casi negro que baña mi vista mezclados por el verde magestuoso de los arboles. Apuro la ultima calada pues el camino es largo. Y sin plano ni orientación me pierdo en esta pequeña ciudad por si en algun momento me deja descubrir algunos de sus secretos. Al regresar a casa comparto conversaciones profundas con una mujer que se mueve a la velocidad de Flash. Converso a ratos con mi gente en lo que se convierten en un cúmulo de chorradas innecesarias mientras dibujan sonrisas en mi rostro. Y cuando cierro los ojos vuelves a aparecer tu, tu y tu tierno rostro que poco a poco se va difuminando en mis pensamientos, pues palabras impronunciables e inconexas me traen recuerdos de un azul intenso portugués.